domingo, 12 de febrero de 2012

SUDDER ST, LA CARA Y LA CRUZ DEL VOLUNTARIADO



Entre los kilómetros y kilómetros de la ciudad de Calcuta y su infinita población, parece que sólo exista una calle en la que alojarse. Sudder Street.
En torno a este lugar, merodeamos un porcentaje altísimo de voluntarios de Mother House.
Nos convertimos así en carne de cañón para las mafias de la India.
Nada de lo que sucede en las proximidades de esta calle es real ni refleja las costumbres ni la vida de la ciudad.
Se colapsa la calle de rickshaws y motorickshaws que tratan de captar la atención del turista o voluntario ( hay mucho turista con mascara de voluntario) para cobrarle 5 veces más del valor del trayecto. Lo mismo sucede con los taxis y los vendedores ambulantes. Un taxi te cobra para ir a Onix 60 rupias, en cambio si lo coges en sudder st te pide 250 rupias.
Siempre las mismas mujeres con los mismos niños llorando, mal vestidos y piojosos pidiendo dinero para comer. Todas pertenecientes a una mafia.
Existe la opción que ellas mismas te dan de acompañarles a la tienda para que les compres la comida si no quieres entregarles dinero. Comida de la tienda que ellas posteriormente devuelven y les entregan el dinero en efectivo. Siempre hay que darles los paquetes de comida abiertos excepto a las mujeres de Sudder St que no hay que darles nada.
En lo que a Sudder St se refiere, esto es lo menos auténtico del viaje.
Aquí entra el contrapunto del voluntariado, la dualidad entre la tranquilidad de sentirte "en familia" y la vanalidad de vivir en una comunidad de españoles en medio de Calcuta, como si perteneciéramos a una tribu con necesidad de agruparse con su especie como se hacía en la antigüedad...y llevado a la situación moderna y actual...a lo campamento de verano.
He de reconocer que entre todos mis miedos fue un gran alivio la sensación de pisar Sudder St por primera vez. Encontrarme en el Spanish Café con gente que venía a lo mismo que yo, que tenía mis mismas sensaciones e inquietudes, juntarte con veteranos que te asesoran y te guían en tu camino fue algo que me hizo respirar y sentirme un poco más cerca de casa.
Las amistades que han surgido aquí tienen un valor incalculable. Sin embargo, no por ello deja de disgustarme el hecho de pertenecer a un microcosmos de cartón piedra llamado Sudder St.

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