viernes, 17 de febrero de 2012

REGISTRO Y DAYADAN

-“Sister Margueritha, usted pongamos en el centro en el que más me necesites”.
-“Maria, como te vas a quedar un mes, necesitamos gente de cierta duración en Dayadan. Hace falta gente allí”.
El primer día fue fácil, no emocionalmente pero si logísticamente hablando.
Cuidaron de mí, me acompañaron, me previnieron, me explicaron y se afrontó el día con serenidad.
Centro durísimo de la congregación Santa Teresa de Calcuta. 50 niños con problemas físicos y psíquicos, deformidades, cegueras, paraplejias, esquizofrenias, autismos…lo que viene siendo un psiquiátrico infantil de niños huérfanos y pobres con deficiencias físicas. Un lugar que no debería existir en el mundo. Tanto es así que no comprendí mis funciones allí. Acompañarlos al parque, ducharlos, lavarles la ropa, darles de comer…todo ello al lado de unos niños que prácticamente no sienten tu presencia. Sientes que no haces falta, que no hay trabajo que hacer. Sentada en un banco al lado de una niña de 6 años que no ve, que anda de lado, que tiene tics en los dos brazos y que no habla ni se expresa. Ella repite el zarandeo de su cuerpo mientras yo le acaricio la espalda y le cuento historias que no reciben respuesta. No me entiende, en ningún sentido. Al día siguiente pido el cambio.
No siento mi aportación, ellos no se dan cuenta de nada, no piden ni reclaman y yo me siento mal porque no hay “nada” que hacer. PRIMER ERROR. Las hermanas de Sta Teresa necesitan mis manos para cargar a los niños al parque, lavar sus ropas, etc aunque a MI no me aporte nada. Y…pido el cambio.
Tampoco es capricho, es algo habitual entre los voluntarios pedir pases de día para visitar otros centros y quedarte en el que más cómodo te encuentres.

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