jueves, 23 de febrero de 2012

MI NUEVA REALIDAD

Cuando me preguntan la razón que me ha llevado a emprender esta experiencia casi no se responder. Yo lo llamaría impulso, a pesar de las connotaciones negativas que tiene la palabra.

Estos viajes hay que meditarlos bien pero los impulsos no tienen porqué ser irresponsables, también son fuertes cargas de energía para pegar un acelerón.

La pregunta sería…y por qué no?
Aquí empezó mi viaje a Calcuta, en el momento en el que no respondí a esa pregunta porque no encontré razones para no venir.
Treinta años, sin pareja estable conocida, sin cargas familiares, sin obligaciones económicas, autónoma en mi vida laboral, sin proyectos profesionales durante el mes de Febrero y con posibilidades económicas para costear el viaje y emocionalmente estable y fuerte, al menos más que en meses anteriores. Por qué no?
Unido al empujón de una gran amiga me condujo a la urgencia del pasaporte y visado, el cambio de divisa y la compra del billete.
Apenas 13 días me separaban del lugar en el que pasaría un mes de mi vida, todavía sin descubrir que me depararía mi viaje.
Sentada en el asiento del avión que me llevara a Paris (mi primera escala) trato de terminar el único libro que me aporte algo de información acerca de la India, país desconocido para mi hasta el momento.
Se que será duro, que encontrare imágenes que me impactaran tanto que me romperán el corazón en mil pedazo, que me quedare paralizada en múltiples ocasiones y que me costara entender muchas situaciones que en mi primer mundo no existen. Para ver esos contrastes nunca se está preparado pero al menos he trabajado con mi mente el control de las emociones que seguramente solo sea capaz de controlar durante un minuto.
Una semana antes de salir, se entremezclaban un millón de pensamientos…miedo y emoción a partes iguales.
A la salida del sol me despertaba asustada y nerviosa y solo se transformaba en entusiasmo a medida que pasaban las horas. Solo pensar en mis ansias de conocer mundo y ayudar a toda esa gente que le falta de todo me impulsaba a coger ese vuelo.
Ano tras ano, mis amigas y yo viajamos a alguno destino lejano. China, Borneo, Tailandia…y visitamos playas paradisiacas, profundas junglas y grandes urbes.
Yo no quiero hacer el mundo más pequeño de como realmente es. Yo también quiero conocer esa parte del mundo que no forma parte de los viajes de placer turístico a los que acostumbramos. Así  y con todo esto y mucho más aterrizo en Paris.

miércoles, 22 de febrero de 2012

MIS PRIMERAS HORAS DE VUELO


Solo una cosa me venció a la hora de marcharme. La reacción y desaprobación por parte de mis padres. No fue incomprensión ni oposición, fue el miedo y la preocupación. Hija única, con recursos, sin necesidad de marcharse a sufrir. Creo que los tres sabemos bien que este viaje es positivo aunque este expuesta a amenazas. Al fin y al cabo solo es un mes que sobrevivir.
Experimentada o no en viajes, es cierto que la actitud para marcharse a la India de acción humanitaria es otra. Te presentas en el mostrador de facturación y revives la sensación de cuando a los 7 años tus padres te dejaban en el autobús del campamento de verano. “Ya has salido de casa y es tu primera vez”….y parezco nueva, pienso yo. Y es que…soy nueva. 


martes, 21 de febrero de 2012

ENTRADITA EN EL PAIS

En el avión a Delhi he conocido a una española, un tanto extraña, así que lejos de darme seguridad me ha provocado aún más inquietud.
Haber viajado a países exóticos con anterioridad no te prepara para estos viajes pero te otorga cierta soltura. Menos mal! Facturando en Madrid, en el mostrado me informan de que mi maleta la recojo directamente en Calcuta. Es decir, ellos se encargan de que mi maleta viaje Madrid-Paris, Paris-Delhi, Delhi-Calcuta. Menos mal que una vez aterrizada en Delhi se me ocurre pasar por la cinta de las maletas para comprobar que mi maleta efectivamente no está y cuál es mi sorpresa cuando allí sobre la cinta estaba mi maleta. Si llego a fiarme…pierdo la maleta por el camino.
Como ya leí en algún foro, pisar la India supone un contraste de olores. El olfato es uno de los sentidos occidentales más perjudicados. Una neblina debida a la contaminación, y un olor a incienso quemado invade el aeropuerto. Por suerte, el olfato se acostumbra rápido.
Cientos de indios se quedan observándote…por ser rubia e ir sola? No entiendo. Por aquí pasan muchos occidentales.
Dispuesta a pasar 6 horas en el aeropuerto, se conecta mi Blackberry al wifi Delhi Airport. Cuál es mi sorpresa cuando me doy cuenta de que no puedo recuperar mi conexión roaming de datos de Vodafone contratada en España por 120 euros. No se configurarla de nuevo y recuperar internet en mi móvil para el resto del viaje.
Tras hacer varias gestiones para que me lo solucionen desde España, por el momento la info que me dan no me sirve para volver a estar operativa en la red.
Batería casi agotada…hay cientos de puntos de luz distribuidos por la terminal para poder cargar el móvil…un pequeño detalle…no he cogido el transformador o adaptador de enchufe y mi cargador es incompatible. Conclusión: sin batería y sin internet. Un poco atacada, trato de salir al exterior del aeropuerto cuando me paran y me dicen que no está permitido salir. Hablo con la compañía aérea con la que viajo para que me hagan un documento acreditando mi persona y me permitan salir del aeropuerto con la excusa barata de que mi amiga está viniendo en taxi y no tiene dinero para pagarle. Me acompañan a buscar a mi amiga, que amiga? No existe.
Finalmente, disuado al chaval y me deja sola fuera. Por fin me fumo mi cigarro con un café latte que me pido en una especia de Starbucks local. Sabe raro…a ver…sabe muy raro…
Otra gran sorpresa…leo que el 70% de la leche producida en India está infectada con detergente y sal. En fin…ahora sí que he entrado en el país. 
Tengo la sensación de que voy a necesitar muchas cosas que no he tenido en cuenta, asi que cojo del avión, cubiertos, la manta, la almohada y hasta el desinfectante del WC. Seguro que le encuentro alguna utilidad.
Aquí todo es diferente, hasta los coches de la policía parecen furgonetas de los cazafantasmas, llenas de antenas y focos giratorios. Las escopetas que lleva la policía parecen las de tiro a las latas de los feriantes, lejos de intimidar, dan ganas de jugar con ellas.
Miro mi pulsera en mi mano derecha y vuelvo a la calma.

lunes, 20 de febrero de 2012

PRIMER PASEO POR CALCUTA


Tras una larga noche en el Aeropuerto y haber conocido a una española en el último vuelo, nos disponemos a coger un taxi de prepago que nos lleve a la zona de hoteles de voluntariado, Sudder Street.
Una hora fue el tiempo que nos dio el taxi para un toma de contacto visual con el país antes de llegar a destino. La India es un vivo reflejo del caos. Las calles abarrotadas de gente, con vestimentas de lo más pobres y básicas, muy por debajo de lo que nosotros consideraríamos normal. Niños desnudos rebuscando entre los montones de basura, baños y duchas improvisadas en las aceras con agua proveniente de los desagües, montones de cuervos, perros callejeros y gatos con sarna conviven con la población quedando expuestos a todo tipo de enfermedades. La visión es desoladora.
Chabolas por todas partes, se respira pobreza y un hedor digno de cualquier vertedero.
Acumulaciones de basura en las calles, venta de carne y pescado con el firme del asfalto como mostrador. Alimentos que no han visto nevera en dos semanas. Gallinas desplumadas en el acto y con la muerte provocada por el dolor. Condiciones de salubridad alarmantes.
Por fin llegamos a la calle de los voluntarios y nos disponemos a buscar el Hotel Galaxy. Al llegar, nos informan de que no tenemos reserva. Mi compañera está claro que no pero la mía estaba confirmada incluso por teléfono. Ya nos habían advertido, esto en la India también suele suceder. Utilizamos la táctica de que somos amigas de Arancha. Había leído en uno de los foros que era “amiga” del dueño del hotel, Harry. Así que esperamos a Harry mientras paseamos por la zona y buscamos una alternativa por si se da la negativa en el Galaxy.
No sé porque lo llaman hoteles. No cumplen ni los mínimos para ser considerados albergues ni pensiones.  Humedades, ratas, cucarachas, ausencia de ventilación, wc comunitarios en forma de letrinas…Finalmente y gracias a Dios, Harry nos hace un hueco y disponemos de habitación. Esto si es suerte. Una vez instaladas, nos vamos a comer al Spanish Café. Aquello era como la embajada española en la India, nuestro territorio.
Gente estupenda dispuesta a ayudarte y recibirte.
Enseguida encontramos a Maria, una chica también de Valencia que contacte vía Facebook. Buena comida con garantía de calidad.
Pechugas de pollo con ensalada y a recorrer un poco las calles.
Paisaje de nuevo desolador. Niños tirados en la calle, bebes sobre las aceras desnutridos, vacas, perros, gatos, cuervos transmisores de sarna y muchísima gente pidiendo entre el tráfico intenso. Paseamos las calles, entramos en la zona de un hospital (gran error). Colas y colas a su entrada como si de un concierto de los Rolling Stones se tratara. Gente acampada durante días esperando su turno.
Visitamos Mother House. En apenas 5 minutos de visita, nos invade una fuerza y una paz que nos sirve de bocanada de aire para seguir el camino.  Un oasis de esperanza en medio de la jungla que es Calcuta.
Y de vuelta, compartimos de nuevo una cena en el Spanish Café, intercambiamos sensaciones y a la cama. No sabias como de importante se iba a convertir el Spanish, lugar de encuentro físico y psicológico en todos los sentidos.

domingo, 19 de febrero de 2012

SENSACIONES DEL DIA ANTERIOR

El impacto que un visitante sufre al llegar a la India es tremendamente fuerte. No entiendes, no comprendes y te sientes desolado ante este “paisaje”. Sin embargo, tal vez porque vengo preparada para mucho más, estas situaciones ante mis ojos no consiguen que me venga abajo.
De hecho, mi motivación va en aumento. Ganas de ayudar, de aportar, de sonreír, de compartir.
Esta ciudad está pidiendo amor a gritos…por no comenzar a debatir sobre temas políticos…temas que esta ciudad también pide a gritos.
Le entregas una galleta a un niño que te devuelve el agradecimiento en forma de sonrisa. Imagen que te dura y recompensa al menos dos semanas.

sábado, 18 de febrero de 2012

LECCION 1


Llegas con el objetivo de ENTREGA pero enseguida te das cuenta de que no es solo entrega lo que te mueve. El voluntariado es entrega, es amor, es ayuda, es bondad pero el 99% de los casos también es egoísmo.
Antonio dice: “el que viene a Calcuta, o busca o huye”


Tiene razón. Sean cuales sean los motivos por los que vienes siempre buscas obtener algo a cambio.
En el caso de la huida, buscas un escondite, un lugar donde tu corazón este en paz, seas aceptado, te reconfortes, olvides algún pasado, superes una crisis o te sobrepongas de alguna depresión.
En el caso de la búsqueda, existen grados: el que busca cambiar de vida, el que busca una satisfacción interior, una transformación del alma, el propio bienestar. Luego existe el que no busca ni huye…pero la realidad es que busca. Busca una experiencia nueva, busca compartir, vivir emociones, ganar experiencias vitales. Así que el voluntariado no es del todo desinteresado.
Cuando entras a Calcuta te das cuenta de que la vida te ha hecho un regalo y que te aporta mucho más de lo que tú puedes aportar jamás a esa ciudad. Cuando llegas a esta conclusión es porque Calcuta ya te ha atrapado.

viernes, 17 de febrero de 2012

REGISTRO Y DAYADAN

-“Sister Margueritha, usted pongamos en el centro en el que más me necesites”.
-“Maria, como te vas a quedar un mes, necesitamos gente de cierta duración en Dayadan. Hace falta gente allí”.
El primer día fue fácil, no emocionalmente pero si logísticamente hablando.
Cuidaron de mí, me acompañaron, me previnieron, me explicaron y se afrontó el día con serenidad.
Centro durísimo de la congregación Santa Teresa de Calcuta. 50 niños con problemas físicos y psíquicos, deformidades, cegueras, paraplejias, esquizofrenias, autismos…lo que viene siendo un psiquiátrico infantil de niños huérfanos y pobres con deficiencias físicas. Un lugar que no debería existir en el mundo. Tanto es así que no comprendí mis funciones allí. Acompañarlos al parque, ducharlos, lavarles la ropa, darles de comer…todo ello al lado de unos niños que prácticamente no sienten tu presencia. Sientes que no haces falta, que no hay trabajo que hacer. Sentada en un banco al lado de una niña de 6 años que no ve, que anda de lado, que tiene tics en los dos brazos y que no habla ni se expresa. Ella repite el zarandeo de su cuerpo mientras yo le acaricio la espalda y le cuento historias que no reciben respuesta. No me entiende, en ningún sentido. Al día siguiente pido el cambio.
No siento mi aportación, ellos no se dan cuenta de nada, no piden ni reclaman y yo me siento mal porque no hay “nada” que hacer. PRIMER ERROR. Las hermanas de Sta Teresa necesitan mis manos para cargar a los niños al parque, lavar sus ropas, etc aunque a MI no me aporte nada. Y…pido el cambio.
Tampoco es capricho, es algo habitual entre los voluntarios pedir pases de día para visitar otros centros y quedarte en el que más cómodo te encuentres.